lunes, 26 de noviembre de 2007

"San Sebastián" de Silos

Santo Domingo de Silos es una localidad con historia. Y con atractivo. Situada a 1.010 metros de altura, entre la Ribera del Duero y la Sierra de la Demanda, la localidad burgalesa se encuentra en un paraje natural de desbordante belleza, rodeada de riscos y bosques. Aunque, claro, el gran centro de atracción de la localidad es el monasterio de los monjes benedictinos con sus cantos, su claustro, su calma y su ciprés, ese «enhiesto surtidor de sombra y sueño», en la hermosa definición del poeta Gerardo Diego.

En tiempos de los visigodos hubo en esta comarca eremitas y, también, un cenobio dedicado a San Sebastián, que en la época del conde Fernán González fue restaurado y ampliado. Hacia 1042, el edificio sufrió otra gran renovación por iniciativa de un monje llamado Domingo y nacido en la localidad riojana de Cañas. El fraile pasó por San Millán e impulsó la comunidad por encargo de Fernando I. Encargó a canteros una magnífica obra románica, de la que sólo quedan los claustros y la puerta de Las Vírgenes. Lo demás es ya obra de los siglos XVIII y XIX, básicamente neoclásica.

La fama de santidad de Domingo, y su canonización generaron un notable atractivo para esta comunidad benedictina, de la que fue responsable hasta su muerte, en 1073. Los monjes tienen esta dirección (www.silos.arrakis.es/index2.htm).

En el monasterio destaca el monumental patio interior de dos pisos, de 22 por 24 metros, con arquerías de doble columna, salvo en el centro, donde hay dos haces de cuatro columnas. Son magníficos los capiteles, con adornos y asuntos muy variados, mucho de ellos claramente enraizados en el arte mozárabe.

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