viernes, 15 de noviembre de 2013

Poema de Fernán González - XVII - Vence y mata en batalla al conde de Tolosa

354                                           
El Conde don Fernando con toda su mesnada                   
Llegaron a una agua muy fuerte e muy irada;
Ebro le dijeron siempre, ansi es hoy llamada;
Viéronse ahi en gran rebate que fuese ahi su posada.

355   
Tovieron la ribera tolosanos bien guardada;
Non dieron castellanos por eso todo nada;
Dando e rescebiendo mucha buena lanzada
Hobieron mucho aína el agua travesada.

356  
Hobieron gran rebato en pasar aquel vado;
Hobo ahi de petavinos gran pueblo derribado;
Magüer non querían, venían a mal de su grado;
Dellos se afogaban, dellos salían a nado.

357   
Abrió por medio del agua el Conde la carrera,
Hobieron tolosanos a dejar la ribera;
Ordenó las sus haces en medio de una glera,
Fuélos acometer de una estraña manera.

358   
Cuando hobo el buen Conde el río atravesado,
Ferrió luego en ellos como venía irado;
Al que él alcanzaba mucho era de mal fado;
Iba dél a sus parientes aína mal mandado.

359   
El Conde don Fernando, de corazón lozano,
Ferríe en pitavinos, e facíales gran daño;
Rompíales las guarniciones como si fuesen un paño,
Non les valía esfuerzo nin les valía engaño.

360   
Acorríanle luego los sus buenos varones,
Ca tenía ahi muchos de buenos infanzones;
De un logar eran todos e de unos corazones;
Laceraban tolosanos, e laceraban gascones.

361   
Pero como eran muchos, íbanlos acoitando;
Ya iba la fid de fiera guisa escalentando;
Ibase de hombres muertos la glera poblando;
Maltraíe a los afirmes el Conde don Fernando.

362   
Andaba por las haces muy fiéramente irado;
Porque non los podía vencer, andaba muy cuitado;
Dijo: non puede ser, magüer pese al pecado,
Non pueden tolosanos fallarse bien deste mercado.

363   
Metióse por las haces muy fuertemente espoleando,
La lanza sobre mano, el su pendón alzando;
¿Dónde estás? el buen Conde ansi iba llamando,
Sal acá al campo, que cata aquí a don Fernando.

364   
Antes que ellos ambos venieron a los ferridas,
Con las voces de don Fernando las gentes eran desmayidas,
Las gentes tolosanas todas fueron foídas.

365   
Nunca ningunas gentes fueron tan mal fallidas,
Ca fueron en gran miedo e en mal precio metidas.

366   
Fueron todos foídos por una gran montaña,
Fincóle al conde en campo muy poca compaña,
Nunca fué el conde tolosano en queja atamaña
Ca el Conde de Castilla le tenía fuerte saña.

367   
El conde de Tolosa mucho fué espantado
Ca vió a don Fernando venir mucho irado;
Por no tener gente, que era desamparado,
Con sus armas guarnido salió luego al campado.

368   
El Conde don Fernando, home sin crueldad,
Olvidó con la ira mesura e bondat;
Fué a ferrir al buen conde de ira y de voluntat,
No dudó de ferrirlo sin ninguna piedat.

369   
El Conde castellano, un guerrero natural,
Ferió al tolosano de una ferida mortal;
Cuitado fué el gascón de la ferida muy mal,
Dijo a altas voces: Santa Maria señora, me val.

370   
El conde deTolosa, ansí atan mal ferido,
Fué luego del caballo a tierra abatido;
Decir non pudo nada, ca fué luego transido;
Luego, cuando él fué muerto, su pueblo fué vencido.

371   
Caballeros tolosanos muy a priesa fuyeron,
Pero los castellanos, trescientos ahi prendieron;
Muchos fueron los otros que estonces ahi morieron;
Estonces castellanos en gran prescio sobieron.

372   
Ahi el Conde castellano orgulloso, de corazón lozano,
Oyéreles lo que fizo al conde tolosano:
Desguarnecióle el cuerpo él mismo con su mano,
Non le fizo menos honra que si fuera su hermano.

373   
Cuando le hobo el Conde de todo despojado,
Levóle e vestióle de un jamete presciado;
Echóle en un escaño sotilmente labrado,
Hóbole en la batalla de Almozore ganado.

374   
El Conde castellano con todo su consejo
Fízole un ataut, bién obrado e sobejo,
Guarnido ricamente de un paño bermejo,
De clavos bien dorados, que lucíen como espejo.

375   
Mandó a sus vasallos de la presión sacar,
Mandóles que veniesen a su señor guardar,
A grandes e a chicos, a todos fizo jurar
Que dél non se partiesen fasta en su lugar.

376   
Mortajaron el cuerpo, como costumbre era,
De unos paños presciados, ricos de gran manera;
Dióles qué despendiesen por toda la carrera,
Mandóles dar mil cirios, fechos de buena cera.

377   
Cuando hobo el Conde el cuerpo mortajado,
El ataut fué preso, de clavos bien cerrado;
Sobre una acémila aína aparejado,
Mandó que lo levasen luego a su condado.

378   
Tolosanos mezquinos, llorando su mal fado.
Sus caras afiladas, pueblo mal deshonrado,
Llevaron el cuerpo a Tolosa, cabeza del condado,
Fué como de primero el llanto renovado.