martes, 10 de septiembre de 2013

Poema de Fernán González - XX - Descripción de la batalla

448                                        
Mandó que fuesen prestos otro dia mañana              
Que fuesen puestas las haces en medio de la plana,
Todos fuesen armados a primera campana,
Darían lid campal a aquella gente pagana.

449
A don Gustio González, el que de Salas era,
A él e a sus fijos dióles la delantera,
Ca por miedo de muerte non dejarían la carrera;
Con ellos iba don Velasco, que era de esa ribera.

450
Entró Gonzalo Díaz en esa misma haz,
Era en los concejos muy bueno de toda paz,
Era para en faciendas crudo como agraz,
Quienquier lo demandase, fallar lo hie de faz.

451
Dos sobrinos del Conde, valientes e ligeros,
Ficiéralos el Conde estonces caballeros,
Debieran ser contados estos en los primeros,
Fueron estos llamados los lobos carniceros.

452
Los que Gustio Gonzalez habia de acabdillar,
Doscientos fueron estos caballeros de prestar;
Estos mandó el Conde por una parte entrar,
De cuáles ellos fueron nos podrían mejorar.

453
Dióles seis mil peones para la delantera,
Homes de la montaña, gente fuerte e ligera;
Si bien guisados fuesen como menester les era,
Por tres tantos de moros non dejarien la carrera.

454
Dejemos esta faz toda bien preparada,
Non podrie el cabdillo mejorarse por nada,
Serie por nula fuerza aduro quebrantada,
Ya era en todo esto la otra haz aguisada.

455
Fué dado por cabdillo don Lope el Vizcaino,
Bien rico de manzanas, pobre de pan e de vino.

456
Con él fueron contados fijos de don Laíno,
E otro de la montaña que dicien don Martino,

457
Había ahi de burgoñeses, otrosí de treviñanos,
Caballeros bien ligeros e de corazón lozanos;
De Castilla la Vieja hobo ahi buenos castellanos,
Que muchos buenos fechos ficieron ahi por sus manos.

458
Venien ahi de Castro unas buenas compañas;
Venien ahi con ellos otros de las montañas;
Fueron ahi estorianos, gentes muy bien aguisadas,
Muy buenas gentes de armas e complidas de mañas.

459
Veníen ahi estos caberos en la haz mediana,
Estos eran docientos de la flor castellana;
Todos fueron en campo otro día mañana,
Esa fué para moros una negrua semana.

460
Dióles seis mil peones con que los combatiesen,
Peones con peones en uno los partiesen;
Que cuando los peones carrera les abriesen,
Entrarían los caballeros mejor por do podiesen.

461
El Conde don Fernando, de los fechos granados,
Hobo veinte escuderos en ese día armados;
Estos con el buen Conde en haz fueron entrados,
Por todos fueron cincuenta e non más contados.

462
Rui Cabia e Nuño, de los de alfoz de Lara,
Venían ahi los serranos, gentes quél poblara
En una sierra fuerte quél del moro ganara;
Venían ahi los Velascos, que ese día armara.

463
Venían ahi tres mil peones, todos de buena gente
Que por miedo de muerte non farían fallimiente;
Magüer que fuesen buscados en partes de Oriente,
Non fallarían mejores fasta en Occidente.

464
Consejóles a todos de cuál guisa ficiesen
Si el día primero vencer non los podiesen;
Que se tornasen afuera cuando el cuerno oyesen,
A la seña del Conde todos se acogiesen.

465
Cuando hobo el buen Conde su cosa aguisada,
Sus faces bien paradas, su gente ordenada,
Sabie bien cada uno su certera entrada,
Tornaron a sus tiendas, cada uno a su posada.

466
Cenaron e folgaron esa gente cruzada,
Todos a Dios rogaron con voluntad pagada
Que allí les ayudase la su virtud sagrada.

467
Vieron aquella noche una muy fiera cosa;
Venía por el aire una sierpe rabiosa
Dando muy fuertes gritos la fantasma astrosa,
Toda venía sangrienta, bermeja así como rosa.

468
Facía ella semblante que ferida venía,
Semejaba en los gritos que el cielo se partía,
Alumbraba las vestes el fuego que vertía,
Todos hobieron gran miedo que quemar los venía.

469
Non hobo ende ninguno que fuese tan esforzado
Que gran miedo non hobo e non fuese espantado;
Cayeron muchos homes en tierra del espanto,
Hobieron muy gran miedo todo el pueblo cruzado.

470
Despertaron al Conde, que era ya dormido,
Ante quél veniese el culebro era ido;
Falló todo el su pueblo como desmaído,
Demandó del culebro cómo fuera venido.

471
Dijéronselo todo, de cual guisa viniera
Como cosa ferida, que muy grandes gritos diera,
Vuelta venía en fuego aquella bestia fiera,
Porque se maravillaran cómo la tierra non la encendiera.

472
Cuando se lo contaron así como lo vieron
Entendió bien el Conde qué gran miedo hobieron;
En esta atal figura que diablos la ficieron
A los pueblos cruzados revolverlos quisieron.

473
A los moros tenían que los venía a ayudar,
Coidaban sin duda a los cristianos espantar;
Por tal que los cruzados se hobieran a tornar
Que quisiera en la hueste algún fuego echar.

474
Mandó a sus varones el buen Conde llamar;
Cuando fueron juntados mandólos escuchar:
Que él les diría qué quería la serpiente demostrar,
Luego de los estrelleros comenzó de fablar.

475
Los moros, bien sabedes, que se guían por estrellas,
Non se guían por Dios, que se guían por ellas;
Otro Criador nuevo han fecho ellos dellas;
Dicen que por ellas ven muchas de maravellas.

476
Hay aun otros que saben muchos encantamentos
E facen muy malos gestos con sus esperamentos
De revolver las nubes e de revolver los vientos;
Muéstrales el diablo estos entendimientos.

477
Ayuntan los diablos con sus conjuramentos;
Allégasen con ellos e facen sus conventos;
Dicen de los pasados todos sus fallimientos,
Todos facen consejo los falsos carbonientos.

478
Algún moro astroso, que sabe encantar,
Fizo aquel diablo en sierpe figurar;
Por temor que podiese a vosotros espantar
Con este tal engaño coidáronse nos tornar.

479
Como sodes sesudos, bien podedes saber
Que non han ellos poder de mal a nos facer,
Que quitóles Jesucristo el su fuerte poder;
Véades que son locos los que lo quieren creer,

480
Que es de El de todo el mundo en uno el poder,
Que a El solo debemos todos obedecer,
Con El es poderoso de dar e de toller,
A tal Señor como aqueste debemos nos de temer.

481
Quén este Señor deja e en la bestia fía
Tengo que es caído a Dios en gran ira;
Anda en fallimiento la su alma mezquina;
Cuantos que ansina andan, el diablo los guía.

482
Tornemos en lo ál en que agora estamos;
Trabajado habemos, menester es que durmarnos;
Con ellos en el campo eras mañana seamos,
Todos en su logar así como mandamos.

483
Fueron a sus posadas, se echaron a dormir;
Comenzaron las alas los gallos a ferir;
Levantáronse todos, misa fueron a oír,
Confesarse a Dios, sus pecados descobrir.

484
Todos, grandes e chicos, su oración ficieron,
Del mal que habían fecho todos se arrepintieron;
La hostia consagrada todos la rescibieron,
Todos de corazón a Dios merced pedieron.

485
Era en todo esto el día allegado,
Entraron en sus armas todo el pueblo cruzado;
Las faces fueron puestas como les fue mandado,
Bien sabe cada uno su logar señalado.

486
Fueron todas las gentes en un punto guarnidas,
Movieron para ellos todos por sus partidas,
Las haces fueron puestas, mezcladas las ferridas,
Hobo ahi de cada parte muchas gentes caídas.

487
El Conde don Fernando, este leal cabdillo,
Parescía entre todos un fermoso castillo;
Había en la faz primera abierto un gran portillo,
Tenía en el escudo fincado mucho cuadrillo.

488
Rompía todas las haces que fronteras estaban;
A la parte quél iba todos carrera le daban;
Los golpes que facía bien a lejos sonaban,

489
Andaba por las haces como león fambriento,
De vencer o morir tenía fuerte taliento;
Dejaba por do iba todo el campo sangriento,
Daba ahi muchas ánimas al bestión mascariento.

490
Un rey de los de Africa era ahi de fuerza grande,
Entre todos los otros semejaba un gigante,
Que al Conde buscaba, e así facía el Conde al semejante,
Et luego cuando vió al Conde fuésele parar delante.

491
El Conde, cuando lo vió tan irado venir,
Aguizó el caballo e fuélo a rescebir;
Abajaron las lanzas e fuéronse a ferir,
Que debiéran tales golpes una torre partir.

492
Entre amos uno a otro fueron mucho embargados,
Fueron muy mal feridos e estaban embazados;
Fablar non se podían, tanto eran mal golpeados,
Eran de fuertes golpes ambos a dos llagados.

493
El Conde don Fernando, magüer que malferido,
En antes que el rey entró en todo su sentido;
Del Conde fué el rey otra vez malferido;
Fué luego del caballo a tierra abatido.

494
Los vasallos del moro, cuando aquesto vieron,
Cercaron al buen Conde, muy gran priesa le dieron:
Esa hora castellanos en balde non estuvieron,
Dando grandes ferridas, a su señor acorrieron.

495
El Conde castellano, con sus gentes dudadas,
Fueron aquestas horas fuertemente esforzadas;
El caballo del Conde traía grandes lanzadas.
Venía fasta los pies las entrañas colgadas.

496
Hobo el su buen caballo al Conde de morir,
A mayor fuerte sazón non le pudiera falescir,
Ca non podía tornarse nin podia foir,
Las coítas que sofría non las podría home decir.

497
Estaba apeado, en derredor la su buena mesnada,
Escudo contra pechos, en la mano su espada;
Válame, dijo, Cristo, la tu virtud sagrada,
Non quede hoy Castilla de Ti desamparada.

498
Los moros eran muchos; teníenlo bien cercado;
Magüer que el buen Conde estaba apeado
Fería a todas partes a guisa de esforzado;
Los sus buenos vasallos valiéronlo priado.

499
Diéronle un caballo, cuál el menester había;
Daba gracias a Dios e facía grande alegría;
Señor, merced tamaña gradecer non te podría,
Que tan bien acorriste a la gran coíta mía.

500
Dejémosnos el Conde, mejor de otras lides,
Faciendo lo queface el lobo en las grueyes.

501
Don Gustio González, que el otra faz guiaba,
Corría mucha sangue por do él aguijaba,
Iban grandes arroyos como fuente que manaba,
Facía gran mortandat en aquesta gente braba.

502
Los moros en todo esto en balde non yacían;
En los homes de pie gran mortandat facían;
Sábet que de ambas las partes muchos homes caían;
A los golpes que daban las sierras reteñían.

503
Don Diego Lainez, con ambos sus hermanos,
Ferría del otra parte con otros castellanos;
Facía gran mortandat en los pueblos paganos,
Todos caían de vuelta, los moros e los cristianos.

504
Estudo la facienda en peso todo el día,
Sobre ganar el campo era grande la porfía;
Teníese por bien andante el que mejor fería,
Sobre todos el Conde llevaba la mejoría,
Ca el que de sus manos escapaba teníase por nascido ese día.

505
Feríalos don Fernando de toda voluntad,
En los pueblos paganos facía gran mortandad;
Válasme, dijo, Cristo, padre de piedad,
Sea hoy ensalzada por ti la cristiandad.

506
Tenía llenos de polvo la boca e los dientes,
Que apenas podía fablar por confortar sus gentes
Diciendo: hoy sed buenos vasallos e parientes,
Los buenos en tal día débedes parar mientes.

507
Decía: ferid de recio, mis leales amigos;
Habedes muchos tuertos de Almozorre recebidos;
Para vengarnos dél sed bien mente metidos,
Membradvos que por eso somos aquí venidos.

508
El sol era ya puesto, quería anochecer;
Nin moros nin cristianos non se podían vencer;
Mandó luego el Conde su cuerno tañer;
Hobiéronse todos a la seña de acojer.

509
Los pueblos castellanos e las gentes cruzadas
Sacaron a los moros fueras de sus posadas;
El Conde don Fernando con todas sus mesnadas
Fueron aquella noche todas bien albergadas.

510
El Conde e sus gentes las posadas tomaron,
Hobieron tal albergue cual a Dios demandaron,
Cuanto menester hobieron todo ahi lo fallaron,
Con sus armas guarnidos toda la noche velaron.

511
En el día primero muy gran daño tomaron.
Sean en paraíso cuantos ahi finaron.

512
Otro día mañana, los pueblos descreídos
Todos estaban en el campo con sus armas guarnidos,
Dando muy grandes voces e grandes apellidos,
Los montes e valles semejaban movidos.

513
El Conde don Fernando con su gente lozana
Todos oyeron misa otro día mañana;
Fueron todos en el campo a primera campana,
Paráronse las haces en medio de la plana.

514
Comenzaron el pleito a do lo habían dejado
Llamando Santiago, el apóstol honrrado;
Las faces fueron vueltas, el torneo mezclado,
Bien habían castellanos aquel menester usado.

515
Orbita, el su alférez, el que traía la seña,
Non sofría más golpes que si fuese él una peña;
Nunca mejor la tovo el buen terrín de Ardeña,
Dios perdone la su alma, quél yace en Cerdeña.

516
El Conde don Fernando, corazón sin flaqueza,
Señor de enseñamiento, cimiento de nobleza,
Fería en los paganos sin ninguna pereza,
Estonces dijo: Caballeros, afán hay en pobreza.

517
El Conde don Fernando, más bravo que serpiente,
Había la gran fuerza en el cuer caliente;
Mataba e fería en la mala semiente,
Facía gran mortandat en el pueblo descreyente,

518
Dejémos nos al Conde en priesa estar,
Nunca nasció home de armas que le podiese mejorar;
Digamos de los otros, non habían más vagar,
Ca ahi les iba todo, caer o levantar.

519
Los unos e los otros de recio se combatieron,
Sépades que de ambas las partes muchos homes morieron;
La noche fué venida, de allí se hercieron;
Nada non acabaron por lo que ahi venieron.

520
Tornáronse a las tiendas fambrientos e lacerados;
Llevaron fuerte día; estaban muy cansados;
Habían ahi muchos homes feridos e matados;
Cenaron e dormieron toda la noche armados.

521
El Conde don Fernando, de facienda granada,
Mandó a primera noche llamar a su mesnada;
Luego fué a poca de hora toda con él juntada,
Pasaron por oírle aquella gente lacerada.

522
Amigos, dijo el Conde, por Dios que esforcedes,
Por el muy mal lacerio que non vos desmayedes.
Fasta hora de nona grande ocorro habredes
..............el campo vos venceredes.

523
Todos de corazón eran para lidiar;
Nin lanzas nin espadas non habían vagar;
Reteñíen los yelmos, las espadas quebrar;
Feríen en los capillos, las lorigas falsar.

524
Los chicos e los grandes, todos a él mientes paraban;
Como ángel de Dios todos a él aguardaban;
Cuando oíen: Castilla: todos se esforzaban;
Todos en su palabra grand esfuerzo tomaban.

525
Don Gustio González era leal cabdillo.
Había en los primeros abierto un gran portillo;
Un rey de los de Africa, valiente caballero,
Ferrióle de una espada por medio del capiello.

526
El capiello e el almofar e la cofia de armar,
Hóbolo la espada ligera de cortar;
Hobo fasta los ojos la espada de pasar,
De aqueste golpe hobo don Gustio a finar.

527
Allí do él murió non yace el señero,
Un sobrino del Conde, que era su compañero;
Matóse con un moro que era buen caballero,
Non había ahi de moros más extraño bracero.

528
Otros muchos cristianos por ende ahi morieron,
Ellos en todo esto en balde non estovieron,
En los pueblos paganos gran mortandat ficieron,
Fablarán dello siempre todos cuantos lo oyeron.
.
529
Al Conde don Fernando llegaron los mandados
Como eran de los otros los mejores finados;
Los cristianos estaban tristes, deserrados;
Si los non acorrían, que eran desbaratados.

530
Cuando lo oyó el Conde por ende fué muy aquejado,
Aguijó el caballo e acorrióles priado;
Falló de mala guisa revuelto el mercado,
Presos fueran e muertos si non fuera llegado.

531
Ferrió luego el Conde en los pueblos paganos;
De lo quél alcanzaba pocos iban dél sanos;
Dicie: Yo soy el Conde, esforzad, castellanos,
Feridlos bien de recio, amigos e hermanos.

532
Los cristianos lacerados, cuando aquesto vieron.
Aunque eran mal andantes, todo el miedo perdieron;
Todos con su señor grand esfuerzo cogieron;
En las faces paganas muy de recio ferieron.

533
El Conde castellano, de corazón cumplido,
Dicie: Ferit, caballeros, que hoy habéis vencido,
Non sé donde falle pan quien hoy fuere retraído,
Mucho le valdría más que nunca fuese nascido.

534
Non es home en el mundo que al Conde oyese
Que en ninguna manera ser malo podiese;
Nunca podrie ser malo el que con él se viese;
Mejor debrie ser que otro el que con él visquiese.

535
El que a don Gustio González esas horas matara,
Del Conde si podiera de grado se desviara;
Si lo guisar podiera mejor ahi lo baratara;
El señor de Castilla fuesle a parar de cara.

536
El gran rey africano oyéralo decir,
Que ningún home al Conde non se le podía guarir:
Por tanto, si él podiera, quisiéralo foir;
Non le dió vagar el Conde, e fuélo a ferir.

537
Firióle luego el Conde e partióle el escudo;
Rompióle las guarniciones con fierro mucho agudo;
El rey moro de muerte amparar non se pudo,
Fué de caballo ayuso a tierra abatido.

538
Fueron los africanos desto mucho pesantes,
Ca eran del buen Conde todos muy mal andantes;
Ferrieron sobre el Conde más de mil cabalgantes,
El torneo fué vuelto más firme que non de antes.

539
Murieron bien cuarenta de parte de Castilla,
Salía mucho caballo vacío con su silla.
Habíe de sus vasallos el Conde gran mancilla,
Coidó sin duda que se perdiera Castilla.

540
Era en fuerte cuíta el Conde don Fernando,
Iba, si se le firiese, su muerte aguisando;
Alzó al cielo los ojos, al Criador rogando,
Como si estoviese con él ansi le está llamando.

540
Señor, pues es el Conde de ti desamparado,
Que por alguna culpa eres de él despagado,
Rescibe tú, Señor, en guarda este condado,
Si non, será aína por suelo astragado.

540b
Pero yo non moriré así desamparado,
Antes habrán de mí los moros mal mercado,
Toda cosa fará antes este cuerpo lacerado,
Que cuanto el mundo dure siempre será contado.

541
Pues non soy venturoso desta lid arrancar,
Quier que escape a vida, yo non quiero escapar,
Nin nunca veré más coíta nin más pesar,
Meterme he en logar donde me hayan de matar.

542
Castilla quebrantada quedará sin señor,
Iré yo con esta rabia mezquino pecador.
Seré en cabtiverio del moro Almozor;
Por non ver aquel día la muerte es mejor.

545
Señor: ¿por qué nos tienes a todos fuerte saña?
Por los nuestros pecados non destruyas a España;
Perderse ella por nos semejaría fazaña
Que de buenos cristianos non habria calaña.

546
Padre, Señor del mundo, Padre vero Jesucriste,
De lo que me dijeron, nada non me compliste,
Que me acorrerías, comigo lo posiste;
Yo non te falesciendo ¿porque tu me falesciste?

547
Si atanta de gracia me quisieses tu dar,
Que yo a Almanzore me pudiese allegar,
Non creo yo que a vida me pudiese escapar,
Yo mismo cuidaría la mi muerte vengar.

548
Todos los mis vasallos, que aqui son finados,
Serían por su señor este dia vengados;
Todos en paraiso conmigo ayuntados;
Faria muy grande honra el Conde a sus vasallos.

549
Querellándose a Dios el Conde don Fernando,
Los finojos fincados, al Criador rogando
Oyó una grande voz que le estaba llamando;
Ferrando de Castilla: hoy te cresce muy grand bando.

550
Alzó suso los ojos por ver quien le llamaba;
Vió al santo apóstol que de suso le estaba,
De caballeros con él gran compaña llevaba,
Todos, armas cruzadas, como a él se semejaban.

551
Fueron contra los moros las haces bién paradas,
Nunca vió home nado gentes tan esforzadas;
El moro Almanzorre con todas sus mesnadas,
Con ellos fueron luego fuertemente embargadas.

552
Veien de una señal tantos pueblos armados,
Hobieron muy grand miedo, fueron mal espantados;
De cual parte venían eran maravillados;
Lo que más les pesaba que eran todos cruzados.

553
Dijo el rey Almanzorre: esto non puede ser;
¿Donde le recreció al Conde atan fuerte poder?
Cuidaba yo hoy sin duda de le matar o prender,
Ca agora con estas gentes él ha a nos acometer.

554
Los cristianos mezquinos, que estaban ya cansados,
De fincar con las ánimas eran desafincados,
Fueron con el apostol muy fuerte confortados,
Nunca fueron en una hora tan fuerte esforzados.

555
Acrecentóles esfuerzo, todo el miedo perdieron,
En los pueblos paganos gran mortandad ficieron;
Los poderes de Africa sofrir non los pudieron,
Tornaron las espaldas, del campo se movieron.