lunes, 7 de enero de 2008

Fernán González y la quema pública del Fuero Juzgo

La tradición democrática de Castilla está presente en sus más remotos orígenes. Bardulia, denominación de la región oriental del valle del Duero fue una tierra fronteriza en las guerras que llevó a cabo el reino astur-leonés desde el siglo VIII contra el emirato-califato de Córdoba (lo que nos han vendido como “Reconquista”, pero que fue otra cosa bien distinta), con el resultado de una devastación profunda del territorio. Era necesario, para la supervivencia del reino cristiano, reforzar sus posiciones fronterizas con acuartelamientos y población que sirviera de contención para las razzias que enviaban los cordobeses contra el norte.

Esta repoblación se llevó a cabo de forma curiosa. Comunidades enteras de cántabros y vascos pactaron con la corona el ocupar este territorio inhóspito a cambio de conservar su estructura político-social, la que históricamente estaba funcionando en las poblaciones de la cornisa cantábrica: un sistema de tierras comunales y gobierno por concejo abierto, es decir, por asambleas generales de toda la vecindad, que tenían capacidad de decisión en todos los aspectos de la vida social y política y en las que participaban todos los habitantes del municipio, independientemente de su posición social.

Obviamente, y casi desde el primer momento, este sistema político confrontó con la estructuración del reino astur-leonés. La corona y la nobleza pugnaron duramente con el naciente pueblo castellano para establecer en las ciudades de Castilla el Fuero Juzgo, versión gótica del derecho romano, que implantaba un sistema feudal a la europea, donde los campesinos y artesanos eran prácticamente propiedad de su señor feudal, ya fuera este de extracción nobiliaria o eclesiástica, las tierras comunales pasaban en su gran mayoría al señor y la decisión política se dilucidaba en pulsos entre la corona y los nobles, sin participación alguna del pueblo.

Este combate entre sistemas políticos es el leit-motiv de la Edad Media castellana y es conscientemente ocultado en la historiografía oficial. En más de medio milenio de historia la situación vivió altibajos y modificaciones, pero en el ámbito castellano se asentaron fuertemente las denominadas “Comunidades de Villa y Tierra” regidas por su propio fuero y no por la ley de la corona.

La situación se rompió en el año 945. Tras la quema pública del Fuero Juzgo en la plaza de Burgos el conde Fernán González (que había estado encarcelado por el rey Ramiro II de León) proclama la independencia de Castilla, pero no se corona rey sino mantiene su denominación condal y es recordado como “el primero entre los hombres libres de Castilla”. Este Fernán era descendiente de Nuño Rasura, primer juez de Castilla, título que ostentaban los elegidos por las comunidades para dilucidar los conflictos forales dentro del territorio castellano.

La independencia plena no duró más de un siglo. En el 1029 García Sánchez, el bisnieto de Fernán González, es asesinado a la edad de trece años, en circunstancias no muy aclaradas, y Castilla es ocupada por las tropas de Sancho III de Navarra, cuñado del muerto. Posteriormente el hijo de éste se proclamará rey de Castilla y unificará el reino con León gracias a su matrimonio con la hermana del rey Bermudo III. Este es el origen del Reino de Castilla y León, que, pese a su nombre, presentaba un predominio en las formas políticas leonesas e iniciaba un nuevo periodo de lucha contra los fueros de las ciudades castellanas.

Poco a poco la situación se equilibra con la creación de las Cortes con competencias fiscales, en las que estaban representados las comunidades con procuradores de su elección, pero con una paulatina sustitución del régimen de concejo abierto por el de regimiento, más restringido pero que seguía dando voz en las decisiones políticas a estamentos ajenos al poder nobiliario o eclesiástico. El sistema producción basado en las tierras comunales (y por lo tanto distinto al feudalismo) se mantuvo, siendo una especificidad poco analizada de Castilla en el contexto ibérico y europeo de la época.

En muchas otras ocasiones, a lo largo de los siglos siguientes, se planteó la independencia de Castilla. Cada vez, y esto no puede olvidarse, los intentos acabaron de forma violenta (tenemos a Rodrigo Díaz de Vivar, tergiversado en héroe españolista por el franquismo, obligando a jurar a Alfonso VI, el "accidente" de Enrique I y un largo etcétera) pero, en ningún caso se consiguió eliminar, como luego quedó demostrado, un profundo sentimiento democrático y emancipador en el pueblo castellano.

Web: http://www.kaosenlared.net/noticia.php?id_noticia=48977

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